hoy he terminado de corregir el próximo libro que editaremos de ana pérez cañamares, en días idénticos a nubes, un volumen de relatos que me ha dejado un gustirrín en el alma y una sonrisa en el corazón después de terminar por segunda vez su lectura. esta chica me encanta, me gusta cómo sabe trasmitir a través de sus palabras y sus historias, cómo es capaz de crear imágenes -más que crear, podría decir rescatar-, cómo es capaz de hacerme viajar por los años, a través del tubo del tiempo, hacía el pasado, justo a la edad en que se encuentra ahora mi hijo, la preadolescencia. su prosa, abalada por la sencillez y desalojada de artilugios y adornos grandilocuentes, es quizás una de las que más he disfrutado en estos últimos meses.
aunque ana actualmente se ha embarcado en la poesía-y según sus palabras es donde en estos momentos se siente más a gusto, de ahí su primer poemario la alambrada de mi boca y próximamente, Alfabeto de cicatrices-, sus fans la animamos a continuar con su labor como narradora, que seguro, nos depararía grandes satisfacciones.
EL SOL DE NOCHE
Ella es de esa gente que fuma en las cuestas, que se bebe un litro
de coca-cola de un trago, que sonríe cuando la expulsan de clase y se
tira vestida a la piscina, ella es la amiga-vendaval, ésa que te arrastra
y te asusta, que adoras y temes, que te dice ven y sabes que
algo va a pasar.
—Ven —me dice.
Y voy, esta vez a la fiesta que hace Pablo, porque sus padres
se han ido, y cuando llegamos todos nos saludan y nos ofrecen
porros y la música sube de volumen, y ella grita y salta, y dice
«esto es guay, qué de puta madre», y tira de mi brazo y lo sacude al
ritmo del chunda chunda, y me hace sentir que bailo bien, pero luego
me suelta y el ritmo se me escapa y cuando me vuelvo a buscarla
no está, pregunto por ella y está en el baño, preparando una
sangría en un barreño, remueve con el brazo el vino, la fruta, el
hielo que los demás van echando y luego saca la mano y me mete
los dedos en la boca, «pruébala, qué le falta», y yo no encuentro
que nada le falte, más bien diría que se ha pasado con el vino, pero
no me atrevo a decírselo, porque ella ya está sorbiendo asomada
al borde del barreño.
Luego, a la hora de «qué mala estoy, todo me da vueltas», soy
yo quien la sostengo en medio de la calle, y sus vómitos me huelen
siempre a lo mismo, como si no comiera otra cosa que hígado
empanado y coliflor, se lo digo y se ríe, y luego sigue vomitando,
y quisiera taparla de las miradas de ese señor que no nos quita ojo,
pero mi cuerpo no da para tanto y ella dice «joder, siempre igual»,
y siento que está cansada, pero la animo a seguir caminando, casi
cargo con ella, entre las dos no juntamos para el taxi y el metro la
marearía más, así que caminamos y caminamos por la ciudad de
noche, bajo la luz de las farolas y de una luna tan brillante que
parece una bombilla desnuda, y entonces recuerdo que la luna no
tiene luz propia, que el sol le presta su reflejo, y qué, me encojo de
hombros, ahora es el momento de la luna, brillará toda la noche
hasta que el sol salga de nuevo, pero eso no será hasta mañana.
domingo, 8 de febrero de 2009
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enhorabuena, don evaristo...
ResponderEliminarque le traiga muchos placeres y ninguna atadura.
y mis felicidades a ana!
Fantástica poeta y mejor persona: Ana Pérez Cañamares. Esperamos su libro con mucha ilusión porque tiene mucho que decir. Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
IREMOS siguiendo este blog y sus espectativas de lectura y acción cultural.
ResponderEliminar¡¡ganas de pillar el libro de Ana!!
Un abrazote,
Víktor
Querido Tito, es un gran acierto la decisión de editar En días identicos a nubes, de la extraordinaria poeta y entrañable amiga Ana Pérez Cañamares. A la espera de poder tener en mis manos ese, seguro, esplendido poemario, te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio Martínez