domingo, 28 de junio de 2009

Budapest, lluvia, librerías y gastronomía

Llegamos con la intención de disfrutar de una ciudad desconocida. Me había hecho a la idea de que sería una urbe que me deslumbraría. La hacía algo así como una mezcla de París y Praga. Y algo así fue, pero la lluvia deslució toda esa imagen preconcebida. Los primeros días sólo las almas de los turistas en pena, embutidos en plástico deambulaban por allí y por acá. No fue hasta la penúltima jornada en que salió el sol, que pude rehacer mi idea original de la ciudad, Buda se nos desplegó con todo su encanto y Pest pareció sacar su sonrisa después de días grises. Pero con todo, hubo opera, balneario, rodaje de película china de gangsters y mucho asfalto, aceras y parques (en uno de ellos hay una estatua que acojona dedicada al escritor desconocido) para mis impertérritas cholas.
Mis ojos pronto pudieron percibir la gran cantidad de librerías (la calle Múzeum Körút era un nido) e incluso, me quedé boquiabierto con el gran número de vallas publicitarias y marquesinas de guaguas que anunciaban un libro. Estaba claro que dentro de la industria de consumo cultural de este país, el libro seguía siendo un producto estrella. Desafortunadamente, al final no pudimos quedar con Eszter, una de nuestras traductoras magiares que trabajan en la obra de dos autores de la ciudad (Zoltán Kőrösi y János Háy) que preparamos para el próximo año.
Punto y a parte fueron la gastronomía y los vinos del país. Verdadero deleite para nuestros sentidos en las cenas y el almuerzo de despedida. Una sorpresa que nos hacía disipar la monotonía de la lluvia, y aunque nuestro aspecto era desastroso (empapados y con cholas), el personal nos trató del diez (como dicen algunos por aquí). Pero esto Inma lo contará con detalle en su blog.

domingo, 21 de junio de 2009

Volver a las trincheras

Hace más de mes y medio que me asomé por última vez a esta ventana. Por entonces, aún estaban recientes mis heridas de la batalla anterior con la lumbagia. Desde entonces, esas heridas se han cerrado y me he inmerso como agua en tierra reseca en una cantidad de actividades frenéticas. Lo primero que se nos venía encima, fue el Acercando Orillas de Madrid, donde se reunieron más de una decena de autores en un encuentro emocionante donde parte de la "familia bailonga" compartía la palabra, la poesía y las cervezas.
Después de una semana acompañando a Inma por tierras croatas, volví relajadito y con ganas de ir tomándole nuevamente el pulso a las actividades editoriales. Ahí estaban dos ferías por organizar y llevar -Tenerife y Madrid-. Especialmente la última, donde por primera vez, y tras muchos años de intentos, el nombre de la editorial lucía estampado en una de las casetas instaladas en el Retiro. Para estar a la altura de las circunstancias, tuvimos que engrasar la máquina de edición. Durante la última semana de mayo y la dos primeras de junio, sacamos más de 20 títulos entre novedades y reediciones. Fue la ocasión para ponerle cara a muchos autores que sólo conocía a través de mail o teléfono.
También tuvimos unos días de especial difusión en los medios, gracias a la mesa redonda sobre el worst seller, ya que fuimos una de las editoriales incluidas en dicha mesa -pero ya la editora de la editorial habla de ello en su blog (http://lagatacristi.blogspot.com/).
Después de 17 días intensos entre caseta, Leganés y Tenerife, llegó la hora del balance y asentir con los resultados. Nos sentimos contentos con el resultado y volveremos a repetir el próximo año.
Ahora, he vuelto al relax, con Inma me he venido a celebrar su cumple, la he traido por sorpresa a Budapest y tras dos días en ella, la sonrisa en el semblante y el sosiego se va acumulando en la patas de gallo. Recargando pilas y preparando la estrategia para julio y agosto, los meses que más a gusto paso trabajando detrás del ordenador.
Pero de aquí a allá, seguiré asomándome a esta ventana y seguiré contando mis andares.
Sólo espero que el tiempo en que esto suceda, no se alarge como esta última vez.