sábado, 14 de agosto de 2010

último día en la tierra. miércoles once de agosto de dos mil diez


llegó el día temido, el día en que tendría que dejarnos. se presentó de repente, sin aviso, como sucede muchas veces en estos casos. vas a ver por qué no te funciona el limpiaparabrisas y te acaban encontrando una fuga de gasolina. ante tamaña complicación, juan antonio, como siempre, tiró para delante. ¡o me arreglan y dejo de estar padeciendo constantes averías o incluso el colapso total del motor, o me voy pal carajo! firmó los papeles que le puso delante su mecánico de bata blanca y con su habitual humor fino, se permitió ironizar sobre despedidas y futuros encuentros en el más allá. nos contó uno de sus últimos sueños, donde su amigo del alma, manolillo, lo esperaba en las puertas del cielo –ya bien colocado y con un cargo de confianza en aquellos lares-, dispuesto a ofrecerle un buen puesto en aquella administración. pero él no entraba, él seguía su camino por la vereda de la izquierda. siempre por la izquierda. y se sonreía cuando lo contaba. y le volvió a demostrar a carmen rosa, con una mirada chiquita y acuosa, todo lo que sentía por ella, a pesar de la tosquedad al demostrar sus sentimientos o la carencia de palabras, esa mirada menuda lo decía todo. se fue y nos quedó pendiente la última salida en coche, a pasear por esas carreteras para sentir el verde del monte y palpar la fisonomía de la isla. también quedó para otra dimensión la paella que le iba a preparar inma en bajamar en su honor. y no se me va de la cabeza su despedida con la mano en alto mientras quedaban unos minutos para que partiera hacia el quirófano, como si todo aquello fuera a pasar en un santiamén y volveríamos pronto a darnos la mano. pero no fue así, aunque le volví a dar la mano él ya no estaba, había partido dejándonos el envoltorio que se había calzado durante ochenta y tres años. creo que ya sabía, cuando le dijo a carmen rosa que no se olvidara de llevarle un cortadito, que se dirigía a otro lugar, uno más allá de la última parada.

7 comentarios:

  1. Ánimo. Un afectuoso abrazo.

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  2. Y yo esperaré que coja pronto el lápiz y me haga dibujos del lugar donde está, como me hacía de pequeña y le pondrá poemas, ese oculto don que heredamos casi sin querer.

    Un abrazo hermanito.

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  3. Tito, un abrazo muy fuerte. Es viernes por la noche, leo esto y comparto la tristeza contigo. ¡Ánimo y Adelante! Un abrazo desde Madrid.

    Marina

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  4. Fernando Martínez López25 de agosto de 2010, 12:26

    Ánimo y un abrazo muy fuerte.
    Fernando

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  5. Un abrazo de los grandesss, no sé qué más decir, me he quedado helada..lo siento, muchos besos también y fuerza!!
    magda

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  6. ¡ Qué hermosa despedida, Tito! Me he emocionado al leerla. Muchos, muchos besos.
    katia

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  7. tarde, como siempre, recién llego a esta crónica desolada. lo primero que encuentro es la fecha lapidaria. bastó para producir un encogimiento. luego la foto, en blanco y negro, un hombre que mira al suelo con el pelo alborotado. la orografía de un rostro que ha vivido. nunca le he visto y le conozco. lo sé. testigo fui del juicio de la sangre, del perdón, del respeto y el amor retornado al padre, sencillamente un padre, una vida para alumbrar el camino de quienes quedan en la oscuridad de su ausencia.

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