llegó el día temido, el día en que tendría que dejarnos. se presentó de repente, sin aviso, como sucede muchas veces en estos casos. vas a ver por qué no te funciona el limpiaparabrisas y te acaban encontrando una fuga de gasolina. ante tamaña complicación, juan antonio, como siempre, tiró para delante. ¡o me arreglan y dejo de estar padeciendo constantes averías o incluso el colapso total del motor, o me voy pal carajo! firmó los papeles que le puso delante su mecánico de bata blanca y con su habitual humor fino, se permitió ironizar sobre despedidas y futuros encuentros en el más allá. nos contó uno de sus últimos sueños, donde su amigo del alma, manolillo, lo esperaba en las puertas del cielo –ya bien colocado y con un cargo de confianza en aquellos lares-, dispuesto a ofrecerle un buen puesto en aquella administración. pero él no entraba, él seguía su camino por la vereda de la izquierda. siempre por la izquierda. y se sonreía cuando lo contaba. y le volvió a demostrar a carmen rosa, con una mirada chiquita y acuosa, todo lo que sentía por ella, a pesar de la tosquedad al demostrar sus sentimientos o la carencia de palabras, esa mirada menuda lo decía todo. se fue y nos quedó pendiente la última salida en coche, a pasear por esas carreteras para sentir el verde del monte y palpar la fisonomía de la isla. también quedó para otra dimensión la paella que le iba a preparar inma en bajamar en su honor. y no se me va de la cabeza su despedida con la mano en alto mientras quedaban unos minutos para que partiera hacia el quirófano, como si todo aquello fuera a pasar en un santiamén y volveríamos pronto a darnos la mano. pero no fue así, aunque le volví a dar la mano él ya no estaba, había partido dejándonos el envoltorio que se había calzado durante ochenta y tres años. creo que ya sabía, cuando le dijo a carmen rosa que no se olvidara de llevarle un cortadito, que se dirigía a otro lugar, uno más allá de la última parada.
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Ánimo. Un afectuoso abrazo.
ResponderEliminarY yo esperaré que coja pronto el lápiz y me haga dibujos del lugar donde está, como me hacía de pequeña y le pondrá poemas, ese oculto don que heredamos casi sin querer.
ResponderEliminarUn abrazo hermanito.
Tito, un abrazo muy fuerte. Es viernes por la noche, leo esto y comparto la tristeza contigo. ¡Ánimo y Adelante! Un abrazo desde Madrid.
ResponderEliminarMarina
Ánimo y un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarFernando
Un abrazo de los grandesss, no sé qué más decir, me he quedado helada..lo siento, muchos besos también y fuerza!!
ResponderEliminarmagda
¡ Qué hermosa despedida, Tito! Me he emocionado al leerla. Muchos, muchos besos.
ResponderEliminarkatia
tarde, como siempre, recién llego a esta crónica desolada. lo primero que encuentro es la fecha lapidaria. bastó para producir un encogimiento. luego la foto, en blanco y negro, un hombre que mira al suelo con el pelo alborotado. la orografía de un rostro que ha vivido. nunca le he visto y le conozco. lo sé. testigo fui del juicio de la sangre, del perdón, del respeto y el amor retornado al padre, sencillamente un padre, una vida para alumbrar el camino de quienes quedan en la oscuridad de su ausencia.
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