El lunes 2, estuvimos en la presentación del cuaderno de rodaje que el director brasileiro, Fernando Meirelles, ha hecho de su película A ciegas (adaptación de la novela de Saramago Ensayo sobre la ceguera). Esperaba encontrarme en la librería 8 y medio de Madrid con todo el mundo de la farándula literaria y cinematográfica de la capital, por lo que iba retraído -un aprendiz de editor con cholas y desastrado en un evento de tal malgnitud-, pero cual fue mi sorpresa, al encontrar sitio suficiente donde caminar, cómo me alcanzaban una copa amablemente y ponían a mi disposición los ágapes dispuestos para la ocasión. Por allí estaba codeándome con la Etxevarría, con el del pelo rizado de Gomaespuma, con actores conocidos y no tan conocidos, con la agente de Saramago, Nicole -con la que aproveché para seguir nuestra conversación aplazada en Povoa y en los mails, sobre varios autores africanos y brasileiros que quiero para baile-, etc. Lo curioso es que no había ni prensa ni fotógrafos, sólo uno de la librería. Me parecía increíble no estar rodeados de paparazzis en un acto como aquél -y luego de comprobar en los días posteriores, el bombo que se le dio a la presentación de la película en los medios-.
Pero a lo que iba con este post, es a aquello en lo que puede transformarse un personaje de la índole de Saramago -que por cierto, con su discurso, hizo gala de humor, socarronería y dejó sentado por qué es un maestro de la palabra y de actitud frente a la vida-, es decir, cómo un hombre de esa talla pasa de ser conferenciante a un personaje fetiche de todos aquellos que andaban por allí pululando. Sentado en un sillón, atendía pacientemente a todos aquellos que le daban un libro para firmar y se sentaban a su lado, para inmortalizar el momento -aquella escena me hacía recordar el viaje que hice hace unos años con mi hijo a Disneyworld, donde todos los niños con sus libretitas en las manos, corrían cada vez que veían a uno de los personajes de ese mundo de "ensueño", para que le firmase el autógrafo y quedar retratado para toda la eternidad-.
Me quedé, como me gusta quedarme a mí en estos casos, embelesado viendo la escena que se repetía una y otra vez.
martes, 10 de marzo de 2009
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Mírale a él, observando embelesado... A ti te parece bonito utilizar una plataforma como ésta, en la que tanto te he apoyado, para ponerme las coletas y las pecas y retratarme junto al pato Donald con cara de alelá? Ya te vale. Di la verdad, di que tú preferiste quedarte a la vera de los canapés en vez de rozarte con los ilustres! Anda que...
ResponderEliminarpos claro mijita!!, mi sitio es la visibilidad sólo cuando quiero. Supongo que a todos nos pasa lo mismo. Aparecemos cuando nos interesa
ResponderEliminarYo es que soy siemprevisible, ya sabes, de estar en todos los guisos.
ResponderEliminarMuacs!
Casi mejor que os crucéis unos mails no? saludos Tito,
ResponderEliminarLuz.