Ya hace más de una semana que terminó el SILA y parece que, por fin, el Encuentro de Editores en Canarias recibe el impulso necesario para que se mantenga en años venideros como un punto de referencia para editores, autores y demás profesionales del mundo del libro. La inclusión del SILA (Salón Internacional del Libro Africano) ha hecho que tanto los medios como las instituciones, se hayan volcado con el proyecto, a pesar de estos tiempos que corren para la cultura y los recortes pecuniarios instaurados por los que dirigen el rumbo político de estas ínsulas.
De este encuentro, aparte de las relaciones y proyectos surgidos, a nivel personal, tengo que destacar las noches off y los abrazos. El off, o actividades lúdico culturales de después de la cena, fueron en aumento según pasaban los días. Del bastante discreto en asistencia de la primera noche, donde actuaron Déborah, Paco Croissier y el trío croata Roman, Ivica y Zoran, pasamos al un poco más animado y multicolor de la noche africana, para terminar el último día con una mezcolanza de muchos de los participantes en una danza tribal multiétnica. Una rueda donde bailaban al ritmo de una rumba congolesa, croatas, africanos, españoles, algún guiri espontáneo y una nutrida representación aborigen.
Los lazos de amistad de viejos conocidos, y no tan viejos, se han manifestado y renovado y han surgido otros nuevos. Pero fueron tres abrazos en particular, los que me hicieron sentir el alma del amigo entrando en la mía. El primero vino del croata Roman Simić, autor y editor con un carisma y un humor explosivos. Al día siguiente, llegó el del senegalés Amdou Ndoye, más de 20 años viéndonos las caras y charlando sobre literatura canaria, música cubana o la manera particular de hablar canario de este hombre; y por último un abrazo que venía de Huelva, de Rafael Delgado, uno de mis santos preferidos, con su humor y particularísimo vocabulario.
En fin, un encuentro que renovó mis votos por el trabajo y la amistad que, al fin y al cabo, queremos que sea la seña de identidad de esta editorial, que como siempre dice Ángeles, es como una gran familia.
De este encuentro, aparte de las relaciones y proyectos surgidos, a nivel personal, tengo que destacar las noches off y los abrazos. El off, o actividades lúdico culturales de después de la cena, fueron en aumento según pasaban los días. Del bastante discreto en asistencia de la primera noche, donde actuaron Déborah, Paco Croissier y el trío croata Roman, Ivica y Zoran, pasamos al un poco más animado y multicolor de la noche africana, para terminar el último día con una mezcolanza de muchos de los participantes en una danza tribal multiétnica. Una rueda donde bailaban al ritmo de una rumba congolesa, croatas, africanos, españoles, algún guiri espontáneo y una nutrida representación aborigen.
Los lazos de amistad de viejos conocidos, y no tan viejos, se han manifestado y renovado y han surgido otros nuevos. Pero fueron tres abrazos en particular, los que me hicieron sentir el alma del amigo entrando en la mía. El primero vino del croata Roman Simić, autor y editor con un carisma y un humor explosivos. Al día siguiente, llegó el del senegalés Amdou Ndoye, más de 20 años viéndonos las caras y charlando sobre literatura canaria, música cubana o la manera particular de hablar canario de este hombre; y por último un abrazo que venía de Huelva, de Rafael Delgado, uno de mis santos preferidos, con su humor y particularísimo vocabulario.
En fin, un encuentro que renovó mis votos por el trabajo y la amistad que, al fin y al cabo, queremos que sea la seña de identidad de esta editorial, que como siempre dice Ángeles, es como una gran familia.
Pues felicidades Tito & Angeles & Noemí. Y rabieta por perdérmelo, pero aun no me han instalado el botón de la ubiquidad. Felicidades de verdad. Ustedes son de los poquitos que estñan construyendo para el futuro desde las Islas.
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