
último día del año. llevo toda la mañana ante el ordenador, entre seguir enviando promoción de Stoner –creo que ya tengo machacados a todos los posibles lectores, blogs, amigos y familiares que les pueda interesar la lectura de esta obra- y, terminando las correcciones pertinentes a otro de los títulos a editar durante el primer trimestre de ese año que anda ya tocando a nuestra puerta, Los lados del círculo, libro de relatos de un narrador brasilero, Amilcar Bettega. noto en estas horas de cibernauta que no queda casi nadie detrás de la pantalla, hoy apenas han llegado mails y las entradas al facebook y al blog de la editorial son mínimas. he optado por levantarme un rato de la silla y asomarme al balcón, ver que se cuece por ahí abajo. hay bañistas nadando en la piscina y otras personas tomando el sol. me apoyo en la barandilla manchada de salitre y contemplo como hoy las pocas olas que vienen hasta mi orilla están llenas de surferos –claro, vacaciones y buen tiempo-. recuerdo siempre este día con la misma melancolía, año tras año: el irse un tiempo en el que prometimos y quisimos lograr tantas cosas y la llegada de otro donde volveremos a repetir los mismos deseos y propósitos. voy padeciendo entonces como de un aletargamiento sensorial, repasando recuerdos, sensaciones, estados, visualizando rostros y escenas... en fin, queda ya poco para abrirle la puerta y dejarlo entrar y decirme para mis adentros, éste sí, éste va a ser el bueno.
los dejo ahora con una muestra de la escritura de Amilcar, un verdadero maestro de la palabra.